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POR UNA COMUNICACION POPULAR

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martes, diciembre 27, 2016

UNA MIRADA AL AÑO QUE TERMINA

UNA MIRADA AL AÑO QUE TERMINA

El año 2016 termina mucho peor de lo que comenzó. Cualquiera sea el ángulo de la realidad donde decida posarse la mirada.

Tal vez, lo más fácil, lo más simple, sea desgranar la bronca por las consecuencias de estos doce meses de retroceso del campo nacional y popular. Sobre todo en lo que afecta a los sectores siempre vulnerados por las políticas que llevan a cabo los sectores del poder cuando se hacen con el gobierno.

En esta oportunidad aceptaron el desafío. Formaron un partido, armaron una alianza de clase y ganaron las elecciones. Paradójicamente, convencieron a los sectores que siempre castigan, y los acompañaron con el voto.

Otra cosa es gobernar. Es en la acción de gobierno como se legitima el voto popular y se construye la autoridad necesaria para contar con la aprobación social.
Aquí está el gran problema de la alianza gobernante.
Una elección se puede ganar con promesas, sonrisas, frases hechas, ambigüedades y un aparato de propaganda que apoye.

Sin embargo, la tarea de gobierno es darle solución a los problemas de las grandes mayorías. Los sectores del trabajo, las pequeñas y medianas empresas, los acuerdos internacionales, la producción y el consumo de la sociedad, los servicios que el estado debe brindar, para mencionar sólo algunos aspectos.

Mencioné “problema”, porque una parte del pueblo creyó en aquellas promesas que hablaban de continuar lo que estaba bien y mejorar lo que estaba mal. Promesas que los hechos demostraron falaces.

Lo que el actual oficialismo y los medios de comunicación afines denominaron “campaña del miedo”, no fue más que una clara observación y descripción de lo que los personajes y su propia historia pretendieron ocultar con un despliegue de sonrisas y buenas intenciones mentirosas.
Sólo había que detenerse a ver lo que el candidato realizó en los 8 años al frente de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, incluyendo los vetos a las medidas populares (pocas, es verdad) votadas en la legislatura y vetadas por el jefe de gobierno.

También bastaba con recordar el pasado reciente de muchos de los que acompañaban al entonces postulante a la presidencia, para imaginar el rumbo económico y social de su gobierno.
Pero hacerlo formaba parte de “la campaña del miedo” y convencieron a gran parte de la sociedad. Más precisamente al 51%.

Pero no sólo ese segmento popular que votó al PRO se sintió defraudado. También el 49% restante fue defraudado por varios de los que fueron elegidos para ser opositores. En cambio, muchos votaron como oficialistas.

No haré centro de estas reflexiones en el Frente Renovador, porque no me identifico en lo más mínimo con su líder, ni con muchos de sus referentes.
Lo que sí digo es que tienen una gran confusión (como mínimo) con el concepto de “gobernabilidad”, porque la ejercieron más como complicidad o como “oficialismo”. Cuando ellos también fueron votados para ser opositores. Al menos para ese lado giraba el discurso de sus figuras mediáticas.

Referentes que manifiestan un discursivo descontento por el acompañamiento que dieron al oficialismo en las votaciones respecto del pago a los fondos buitres, al esperpento de la llamada “reparación histórica a los jubilados”, el mamarracho que resultó con “ganancias”. Entre otras leyes apoyadas y negociadas por su jefe político. Aunque permanecen dentro de ese espacio, como si los hechos fueran por un carril diferente de las palabras. O tal vez con la esperanza de un cargo más adelante. Vaya uno a saber por donde andan los principios de esa gente.

Dicho esto, me viene a la mente el discurso de asunción de Néstor Kirchner cuando dijo “no voy a dejar mis convicciones en la puerta de la casa de gobierno”.
El actual presidente, suprimió de su juramento la palabra “patriotismo”, nada menos. Ahora comprendemos por qué.

Si supiera dibujar, le daría alguna forma creativa a la cantidad de convicciones que fueron abandonadas en las escalinatas del Congreso Nacional, para votar leyes que van contra la SOBERANÍA POLÍTICA, la INDEPENDENCIA ECONÓMICA, la JUSTICIA SOCIAL, EL BIENESTAR DE LA PATRIA, y LA FELICIDAD DEL PUEBLO.

Sin embargo se pregonan peronistas.

Un párrafo aparte merece el otro integrante del gobierno, cual es el Poder Judicial. Muchos de los cuales a pesar de haber jurado por las actas del Proceso de Reorganización Nacional, luego de recuperada la democracia, siguen en funciones. De esa manera se entienden muchas de sus interpretaciones jurídicas a lo largo y ancho del país. Su belicosidad contra los gobiernos populares y su complicidad con los gobiernos como el actual. Cuando se ha cansado de violar la Constitución nacional, las leyes votadas por amplio consenso y derogadas por decreto, como pasó con la Constitución de 1949 y allí como ahora la Corte Suprema de Justicia da su conformidad. Avalando tamaño avasallamiento.

Quizás vaya siendo hora de pensar en una nueva Constitución Nacional. Ahora no creo que digan que es para promover la reelección de nadie.


La que tenemos es una Constitución que defiende más la propiedad privada que a las personas y quiere que el estado sea lo más pequeño e inservible posible para que las grandes empresas hagan a su antojo sin que nadie los moleste. Pero ni así la respetan.
Por eso Milagro Sala sigue presa por pensar diferente.

Daniel Mojica

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