Nuestros treinta mil

Nuestros treinta mil
memoria, verdad y justicia

POR UNA COMUNICACION POPULAR

POR UNA COMUNICACION POPULAR
POR UNA COMUNICACION POPULAR

viernes, abril 05, 2013

POLITICA Y BATALLA CULTURAL II

POLITICA Y BATALLA CULTURAL




Acerca de la lucha armada



Todos los acontecimientos que pasan a formar parte de la historia de los pueblos, es pertinente ponerlos en contexto. Para su cabal comprensión.

El golpe de estado que dio paso a la dictadura genocida, cívica, militar y mediática, no ha sido producto de la naturaleza, ni algo improvisado.

Sino todo lo contrario. El sistema de poder planificó y ejecutó con frialdad su siniestro plan de exterminio.

Ese mismo sistema de poder, que forman las corporaciones rurales, económicas, mediáticas, empresarias, eclesiásticas, nos quieren convencer (todavía hoy) que la violencia en nuestra patria comenzó a mediados de los 70. Más específicamente aun con las organizaciones armadas surgidas por entonces.

De esta manera ocultan aviesamente el genocidio a los pueblos originarios, los fusilamientos de la década infame, el bombardeo a Plaza de Mayo, la proscripción del peronismo, los fusilamiento del Gral. Valle y José L. Suárez, la noche de los bastones largos, la masacre de Trelew (como prueba piloto del posterior genocidio)

¿Quién puede afirmar, sin ignorar que oculta parte de nuestra historia, que la violencia comienza en la década del 70?

Se pueden tener diferentes miradas sobre la irrupción de las organizaciones armadas en nuestra realidad. Lo que no corresponde es sacar de contexto los hechos.

Entre quienes sostienen que es lícito armarse en defensa de la democracia, como establece la Constitución Nacional, y quienes afirman que dichas organizaciones fueron la excusa perfecta para justificar el golpe genocida, caben muchas opciones.

Ahora, de ahí a certificar que toda la militancia del peronismo revolucionario de entonces, abrazaba la lucha armada, es ignorar el profundo debate que atravesó a esa militancia de la que formé parte.

Es cierto que hubo hechos que generaron una adhesión, tal vez inconciente, ingenua o irracional (como el secuestro y muerte de Aramburu) Pero no todos los que aceptamos esa circunstancia hubiéramos sido capaces de apretar el gatillo.

Era un contexto diametralmente distinto al que vivimos hoy.

La sociedad era diferente. No era mejor ni peor. Era distinta.





Sucede que hoy, hay una cantidad de comunicadores y escribas del sistema de poder (que aún resiste) que pretenden reflotar la “teoría de los dos demonios” desde la estigmatización de la juventud. Argumentando falazmente que se reparten armas a agrupaciones afines al gobierno.

Temerarias afirmaciones que están en línea con el llamado del genocida Videla a levantarse en armas contra el gobierno nacional, democráticamente elegido.

Estas insinuaciones, en otros momentos de nuestra historia, provocaron baños de sangre. Basta recordar las estigmatizaciones a ciertas figuras desde medios del sistema, que luego las “AAA” incluía en listas negras, previo a ser amenazadas y/o asesinadas.

¿Esto es lo que quieren provocar estos mercenarios de la palabra?

Me refiero a Ernesto Tenembaum, tergiversando a Estela de Carlotto, al inclasificable Jorge Lanata, a Marcelo Longobardi, y otros provocadores a sueldo de Magneto.

Todavía no se percataron del efecto bumeran de sus pigmeas operaciones, en términos de credibilidad. ¿Les importa realmente?

Mientras buscan de manera infructuosa algún dirigente opositor que sea capaz de hacer pie anta la generalizada mediocridad de propuestas, ideas y proyectos.

Hasta el mencionado debate inconcluso acerca de los avatares de la gloriosa y dolorosa década del 70 les queda grande.

Poco a poco la iremos transitando. Como sociedad nos lo debemos.

La democracia que estamos construyendo será más sólida cuando lo hagamos.



Medios colonialistas de comunicación



El cambio de época que comienza el 25 de Mayo de 2003, con la asunción de Néstor Kirchner y que se profundiza con la estratégica conducción política de Cristina Fernández de Kirchner ha ido desnudando a numerosos protagonistas de nuestra historia reciente.

Hipócritas protagonistas. Nefastos y siniestros protagonistas.

El cambio de una democracia condicionada hacia una democracia soberana, independiente e inclusiva, es contundente. Pero lleva tiempo.

Al ritmo de las transformaciones se han ido derritiendo las máscaras que ocultaban rostros infames. Portadores del horror, que ciertas “formas republicanas” y discursos abstractos o incomprensibles, pretendían disfrazar.





“No hay vencedores ni vencidos”, “somos derechos y humanos”, “achicar el estado es agrandar la nación”, “fabricar acero o caramelos”, atraso cambiario”, “aumentar el salario genera inflación”, “atraer al capital externo”, “política de ajuste”, “reducir el gasto social”, “ayuda externa”, “créditos blandos”, “negociar la deuda externa”, “plan de convertibilidad”, “muertos en enfrentamientos”, “por algo será”, “el estado es ineficiente”, “vender las empresas del estado para pagar la deuda externa”, “estamos aislados del mundo”.

Obviamente no son todas las frases célebres que desde los medios hegemónicos se difundieron, con la cara de los comunicadores del momento. Aún hoy difunden falaces mensajes que están en línea con intereses ajenos al bienestar de las grandes mayorías nacionales. Poniendo de manifiesto el nivel de colonialismo cultural vigente en esos medios.

Basta recordar la posición que sumieron a favor de los fondos buitres, en el tema de la Fragata “Libertad”. O los titulares favorables al Reino Unido por el tema Malvinas.

Han defendido posiciones claramente lesivas contra el país, ya no contra un gobierno.

Estos nefastos y siniestros protagonistas no son sólo individuos: Periodistas, obispos, empresarios, políticos, sindicalistas, jueces. Forman parte de los grupos de poder, de las corporaciones del sistema que defienden poderosos intereses. Por eso se oponen a los cambios establecidos durante estos diez años.

Porque lo que está en juego es el poder.

El poder en manos de los pocos de siempre o en las organizaciones populares que sostienen al gobierno nacional y popular.

Ya hemos visto cómo el sistema de poder se defiende ante la posibilidad de un cambio político, social y cultural. La dictadura genocida es una cruda muestra de cómo preserva sus privilegios de clase ese sistema.

Pero a esa instancia crucial, no se llega por generación espontánea.

Es producto de una ardua y persistente tarea de colonización cultural que se origina en las mismas raíces de nuestro surgimiento como Nación.

De esto dan cuenta numerosos autores que han servido para alertar y despertar a varias generaciones de argentinos. Allí están J. J. Hernández Arregui, Arturo Jauretche, Raúl S. Ortiz, José M. Rosa, J. Abelardo Ramos, Norberto Galasso, entre tantos otros.

A pesar de tanto esfuerzo militante, todavía persiste un núcleo social muy permeable al discurso colonial que se inocula a través de los medios dominantes.

Un momento clave de la profundización de esa política colonial, fue la nefasta década de los 90. No sólo por la enajenación de nuestro patrimonio nacional, sino por la profunda herida cultural que rasgó a nuestra sociedad.

Dejando una huella que pervive.

Comenzó con la “integración del peronismo al sistema”, la “domesticación del peronismo” sobre la que alertaba J. W. Cooke, y la temida traición que vaticinaba Evita en uno de sus recordados discursos.

Ese nefasto retroceso continuó con un concepto paradigmático de esa década perdida “el fin justifica los medios”, sumado a la exacerbación del individualismo, la corrupción y la “militancia rentada”.

Hay toda una generación formateada por esos paradigmas culturales, fomentada por los grandes medios de comunicación.

Erradicar esas prácticas, forma parte insoslayable de la batalla cultural que tenemos por delante.

Porque ese paradigma generacional atraviesa a todos los partidos políticos y organizaciones sociales.

Cuanto antes nos demos cuenta de ello, más cerca estaremos de poner en práctica las enseñanzas de aquellos grandes pensadores nacionales antes mencionados.

Más cerca estaremos de la ansiada liberación nacional.

(Continuará)



Daniel Mojica

www.cuestioncultural.blogspot.com.ar



No hay comentarios.: