Nuestros treinta mil

Nuestros treinta mil
memoria, verdad y justicia

POR UNA COMUNICACION POPULAR

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lunes, mayo 05, 2008

GOBIERNO Y PODER

GOBIERNO Y PODER En la disputa entre los dueños de la tierra usurpada a los pueblos originarios y el gobierno elegido en elecciones democráticas, hay varias miradas posibles. Seguramente cada una de esas miradas tendrá su parte de verdad. Pero lo que está en juego no es precisamente la verdad. Sino la posibilidad de que sigan existiendo tal diversidad de miradas. O que haya una única; tal como fue “la única salida posible” la privatización (enajenación) de empresas nacionales, símbolo de autodeterminación y freno a los monopolios en cada segmento arrasado por las privatizaciones. Porque, me pregunto ¿es verdad que todo este caos rural ocasionado por “ese” campo es por las retenciones? Yo no lo creo. Esto es una cuestión de PODER. Es una cuestión Por el Poder. Esta es mi mirada. Mi porción de verdad. Rebobino un poco mi memoria y vienen como remolinos de recuerdos. Años 1973/74, había un gobierno democrático que empujado por la militancia social y política encarnaba un modelo de país que colisionaba de frente con los que siempre se creyeron dueños de Argentina (“ese” campo entre ellos) y sus férreos defensores (uniformados) que cada vez que estos supuestos dueños veían amenazados sus INTERESES ECONOMICOS DE CLASE iban presurosos a golpear la puerta de los cuarteles (eufemismo para graficar que hacían todo lo necesario para provocar la aparición de los “salvadores” de… SUS INTERESES. En ese tiempo las leyes sociales beneficiaban a los trabajadores, se estaba planteando una lucha sindical contra la burocracia enquistada en los sindicatos, federaciones y confederaciones, la participación de los trabajadores en el reparto de la renta producida era casi del 50%. Se estaba gestando una nueva cultura, la de la participación en política (partidaria, estudiantil, gremial, social, etc.) en la que la juventud tenía un peso creciente. Esto no es una disgresión, sino poner en contexto de dónde venimos y dónde estamos. Como quedó demostrado históricamente, el gobierno de Héctor Cámpora tomó el gobierno, no el poder, que tampoco lo tuvo Perón, aunque algunos así lo creyeron. Esto también quedó demostrado (pero es otra historia) Lo que si mantuvo el General fue su influencia en el partido que fundó. Influencia que fuera cuestionada por la cúpula dirigencial de Montoneros, hasta el punto de pretender reemplazarlo (esta también es otra historia) Vuelvo al tema del poder. Quienes lo detentan históricamente no se m
bancaron la creciente participación de los trabajadores en la distribución de la riqueza producida, ni el cambio socio-cultural que se vislumbraba con el sustantivo desarrollo de organizaciones de militancia juvenil en casi todos los segmentos de la sociedad. Con el explícito mensaje de que otra sociedad es posible. Como esas organizaciones juveniles con el invalorable apoyo de militantes históricos de la primera resistencia peronista, estaban enfrentadas ideológicamente a los sectores más ortodoxos del partido de gobierno (burocracia sindical; dirigentes políticos, empresarios, ciertos ministros y funcionarios, etc.) que representaban más a los grandes intereses y negociados que a quienes en su gran mayoría votaron por el gobierno, es que montados en esa diferencia interna existente, la aparición de la triple A deviene funcional a quienes quieren que las reglas de juego no cambien. Así se aprovechan del caos asesino que siembra ese grupo para-estatal y como expertos pescadores de río revuelto, preparan el genocida golpe del 24/3/76. Golpe que viene a poner las cosas en su lugar. En el lugar que ellos prefieren (“ellos” son el poder que se mantiene en las mismas manos a pesar de la sucesión de gobiernos) y que se traduce más o menos así : “Acá mandamos nosotros, se hace lo que queremos nosotros, y al que se oponga lo secuestramos, lo torturamos, lo desaparecemos, lo asesinamos, le robamos sus bienes y sus hijos, para que aprendan de una buena vez”. De esto son cómplices la gran mayoría de los políticos y dirigentes (gremiales, deportivos, empresariales, sociales, etc.) con mandato y conducción en esos nefastos años. Cómo símbolo de esa complicidad no hay más que recordar la frase que dijera unos días antes del golpe genocida el dirigente radical Ricardo Balbín: “No tenemos soluciones para dar” como respuesta al ultimátum dado por las fuerzas armadas a la clase política para que arreglaran el caos económico y social. Con esa frase la clase política argentina se lavó las manos, en lo que luego quedó demostrado sería la sangre del pueblo argentino. El “proceso” implantado entonces es el de los dueños del poder, que para que su proyecto de país para unos pocos fuera posible, debieron cometer el atroz genocidio de una generación, de la que formo parte. Las únicas que enfrentaron semejante barbarie perfectamente planificada fueron las madres de mi generación, con sus cuerpos y su esperanza como única y poderosa arma (esta es otra historia). La excusa de combatir el comunismo no soporta el menor análisis, ya que uno de los aliados que tuvo la dictadura fue la U.R.S.S. y sectores del Partido Comunista local que ¿¡elogiaban a Videla?! Pero les sirvió mientras a EE.UU y a Kissinger como representante del poder económico mundial le fue útil. El viento mundial fue cambiando y ya no eran bien vistas las dictaduras. Había que hacer una “transición democrática”que dejara el gobierno en manos confiables. Pero los procesistas no querían ceder. En tanto va creciendo internamente cierta oposición a la dictadura, y gracias a la lucha concientizadora de las madres en el plano internacional , se hace cada vez más evidente que los desaparecidos no están gozando de la vida en Europa, como pregonaban los medios periodísticos corifeos de la dictadura. En una inspiración etílica de la junta gobernante y como manotazo de ahogado para sostenerse en el gobierno, deciden la locura de Malvinas. Allí también mostraron sus garras cobardes, manchando aún más, si era posible, sus ensangrentadas manos. Entonces, luego de la previsible derrota, negocian su salida con la dirigencia de turno para que no se revise el pasado (léase GENOCIDIO) y el gral. Bignone suscribe un decreto que garantiza la impunidad sobre los crímenes cometidos. Asume Alfonsín (¿tuvo el poder?) acuerdan la ley de obediencia debida y punto final. Juicio a las juntas. Semana santa. La casa está en orden. Se va antes, ayudado por quien asume luego, Carlos Saúl primero. El poder económico se concentra aún más. Regala todas las riquezas y empresas del estado. Indulta a los genocidas y a quienes le hicieron el juego. Generó un cambio cultural que privilegió a los “ganadores” el cholulismo exacerbado hacia quienes devienen ricos y famosos, desvalorizando el esfuerzo personal , fomentando el amiguismo y llevando la corrupción a un nivel de excelencia nunca visto. El presidente rubio ¿tuvo el poder? tal vez el de hacer lo que le mandaron, propiciando su propio enriquecimiento y el de sus socios. Me pregunto, el campo que hoy se opone a una medida del gobierno, cuestionable o no ¿alzó la voz durante todo ese tiempo para defender a algún dirigente de las ligas agrarias ( ¿no es el campo?) o dirigentes campesinos secuestrados y asesinados? ¿defendió con cortes de ruta la derogación del estatuto del peón rural? (¿no es el campo?) Entonces ¿qué intereses defendían y defienden? El gobierno actual, continuador del proyecto iniciado en el 2003, no es perfecto, no hace todo bien, comete errores, puede tener funcionarios cuestionables. Pero es producto de la correlación de fuerzas que pujan en la sociedad, hoy, por imponer un modelo de país. Así, con sus contradicciones a cuestas (ya que está formado por hombres con ideas, intereses, ideales y flaquezas) representa un proyecto con el que acuerdo en sus trazos generales, y puedo discutir y disentir en el trazo fino. Pero no voy a hacerle el juego a los que quieren olvidar el pasado, sepultar la política de DD.HH y retrotraernos a una sociedad para unos pocos. Hay treinta mil razones para apoyarlo, aunque haya algunas para cuestionarlo. Por la memoria, la verdad y la justicia. Ni olvido ni perdón. Daniel Mojica

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