Nuestros treinta mil

Nuestros treinta mil
memoria, verdad y justicia

POR UNA COMUNICACION POPULAR

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viernes, agosto 04, 2006

CRONICA DE UNA PLAZA

25 de mayo de 2006. Es un día peronista, hubiera dicho mi abuela Paula, de estar viva. Por el sol. Por la alegría. Por la esperanza. Los que gritamos imborrables consignas en la gloriosa y dolorosa década del setenta, no podemos dejar de comparar. Yo no puedo. Hoy concurrí solo. Llegué temprano. A eso de las 10,30 horas previos viaje en colectivo y subte. Antes… Ayer, me juntaba con los compañeros de la JP en la UB del barrio, o con los cumpas de la JTP de actores. Preparábamos las banderas, las pancartas, las consignas. Entre mate y mate, compañeras y compañeros teníamos plena conciencia de estar cambiando la historia. Había una alegría, una pasión… Hoy la alegría es la misma. Falta la pasión. Al llegar a la estación 9 de julio del subte tenemos que bajar. Allí termina el recorrido hoy. Al pisar Diagonal norte ya se respira el clima de un día peronista. No se puede explicar. Es algo diferente en el aire. Tengo una conmoción en el pecho. Me ganan las imágenes y los recuerdos. Me veo protegiendo la columna, entrelazando mis brazos con el flaco Ernesto y con Eduardo. El tano, camina al costado por afuera, atento a todos los movimientos. Imposible no mover los pies y las caderas al ritmo de los bombos que los compañeros hacen sonar. Vuelvo. Caminan varios grupos familiares por Diagonal hacia la plaza. Madres con sus hijos en brazos o empujando cochecitos. Todos llevan algo celeste y blanco. Una banderita, una escarapela, una bufanda. Algunos grupos bajaron de micros que se identifican con las siglas de alguna agrupación y/o provincia. Por las calles laterales también avanzan grupos con sus identificaciones; y familias sin ninguna. Cuando llego a la esquina de Diagonal norte y Rivadavia una catarata de recuerdos me toman por asalto. Aquel primero de mayo se subió a mi alma. El día que las columnas de las agrupaciones de la juventud se dieron vuelta de manera espontánea. Como si nos hubiéramos puesto de acuerdo con anterioridad. Se vació media plaza, también mi corazón, con ese injusto y arbitrario insulto recibido. Confieso que me propuse escribir la crónica de este 25 de mayo, pero me encontré con una plaza que me exige recordar, y como reivindico la memoria, me dejo llevar por ella. Veo esperanza y alegría en la gente que va colmando desde todos los rincones posibles esta histórica plaza. Se oyen bombos, murmullos, cantos. No hay esa algarabía apasionada de hace 33 años. Hoy los que tienen entre 20 y 40 se educaron en otro contexto. Vivieron otra Argentina. Se criaron bajo el justicialismo de la infame década del 90. El mismo que quiso asesinar el peronismo, integrándolo al sistema. Ignorando una frase de Evita que marcó a fuego a nuestra generación, la generación de nuestros treinta mil. Aquella frase que sentencia “…el peronismo será revolucionario o no será nada…” Ellos quisieron que fuera nada. Por eso, cuando nuestro presidente el día de su asunción dijo que las Madres de plaza de mayo son nuestras madres, reafirmé mi voto hacia él. Entonces hoy al verlo junto a las Madres y las Abuelas traer de la mano a nuestros treinta mil compañeros, además del temblor, sentí “estoy donde tengo que estar” y los recuerdos que me acompañan, son los cumpas que saltan conmigo, felices de haber vuelto a esta plaza, más nuestra que nunca. Y me tironean el hombro, me soplan en la oreja y ríen dichosos porque recuperamos la alegría y la esperanza. Sólo falta la pasión. Y tenemos que encenderla. Cada compañera y cada compañero tiene que sembrar la pasión a su alrededor. Porque el cambio es posible, ya empezó, y depende de nosotros sostenerlo, hacerlo más profundo y tener siempre, como en los gloriosos setenta, una propuesta superadora. Vine solo. Pero me voy con el flaco Ernesto, con Eduardo, con el tano Mario y el rostro de tantos otros que no supe el nombre. No importa. Son treinta mil recuerdos. Treinta mil “¡Presente, compañero!” que se quedan cuidando nuestra plaza. La plaza de Evita, de las Abuelas y las Madres. La plaza de los que dieron su sangre y nos dejaron un legado LA SANGRE DERRAMADA NO SERA NEGOCIADA.

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