Nuestros treinta mil

Nuestros treinta mil
memoria, verdad y justicia

POR UNA COMUNICACION POPULAR

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sábado, agosto 05, 2006

UN DEBATE NECESARIO

¿QUE ES ESTO DE LA CULTURA? Estoy en un dilema personal que intento aclarar a medida que voy desarrollando la idea que me instala en este dilema. Estoy convencido que nuestra sociedad llegó a este presente como producto de nuestras propias acciones y omisiones; individuales, grupales, institucionales y corporativas. Estas acciones y omisiones implican una responsabilidad y son consecuencia de conductas determinadas. La idea de la que hablé más arriba es que yo pienso que esas conductas son el resultado de arraigados hábitos culturales que ponemos de manifiesto ante diferentes circunstancias de nuestra vida. Una de las características de los hábitos es que no necesariamente responden a nuestra conciencia. En muchos casos surgen de forma inconciente como respuesta automática ante estímulos, circunstancias, hechos, eventos, y que están estrechamente vinculadas, estas respuestas, a nuestra educación y a costumbres sociales. De ahí el carácter automático o inconciente de la respuesta. Me veo en la necesidad de acotar el ámbito de mi observación, o de mi pretendido análisis ( luego de aclarar que no soy sociólogo, antropólogo, ni especialista en comunicación o psicólogo social, soy un simple ciudadano que ha elegido el teatro y la escritura como medios de volcar sus sentimientos, tratar de expresarlos y como forma de intercambiar vivencias ) yo vivo en la ciudad de buenos aires, en uno de los tantos barrios que la configuran; y transito algunas zonas de la provincia de buenos aires. Lo que me mueve, si se quiere, es una actitud existencial de entender qué pasa a mi alrededor en función de mi interacción con ese contexto y viceversa. Por eso cuando hablo, tal vez ampulosamente, de sociedad, me quiero referir a esa pequeña porción. Que no sé si representa a toda la sociedad, si se puede extrapolar, si sirve como base para una encuesta, o siquiera como mero dato estadístico que pueda o no ser representativo del conjunto. Es tan sólo el síntoma de un dolor que siento en el alma y que si no lo expreso, si no lo suelto para compartirlo aunque sea con el teclado de la máquina y con algún amigo que se sienta conmovido por esta locura momentánea, quizás, que me volvió a asaltar como cuando creía ciegamente que podía cambiar al mundo; digo, que si no lo suelto tal vez se transforme en algo indeseado dentro mío, y pueda lastimarme aún más hondamente. Más arriba, también hablé de dilema. Esto ya es más personal y si se quiere íntimo. La mujer que con la que suelo compartir estos desvaríos ( en realidad ella los llama delirios, y no dudo que tenga razón, asumo mi delirio militante ) desde su bien fundada objetividad, y creo, desde su amor, intenta hacerme entender que no puedo ser capaz de abarcar tan insondable universo sin perder mi razón en él. Que mucha gente de más renombre y de reconocida profesionalidad se han ocupado del tema, y el universo sigue girando de cualquier manera. No dudo de que esté en lo cierto. Quizás, mi equivocación al hablarlo con ella es trasmitirle mi convicción de que quiero cambiar eso, y peor, de que tengo la manera de hacerlo. Esto tal vez sea producto de mi soberbia, de mi pasión, o de creer que me va a amar más si logro hacer lo que mi loca pretensión anhela. A lo mejor es sólo eso, una expresión de deseos, como ella bien me dice. El dilema entonces, es que temo perderla si sigo adelante con esta tonta idea de pretender cambiar la cultura. Porque de esto trata mi delirio. Yo siempre le digo que hablar con ella me hace bien, porque me baja de las cumbres en las que suelo situarme, y logra ubicarme en el más cercano suelo de la realidad concreta y palpable. Mi miedo, es que un día se canse de bajarme y vaya en busca de alguien normal. Pero, así como no puedo dejar de amarla, no puedo hacer que mi espíritu no busque caminos para transformar esta realidad que me agobia. Y voy a hablar desde lo personal, porque no puedo arrogarme la representatividad de nadie en este tema ( aquí también está la mano de ella, o mejor su raciocinio, porque yo pretendía hablar en nombre del hombre común, y ella me hizo comprender que yo no puedo saber qué es lo que le pasa y siente el hombre común. Una vez más tuvo razón. ) voy a expresarlo desde mis propias vivencias, ardores y dolores. No puedo arrastrar a nadie conmigo. Espero no haberme perdido en medio de tantas palabras, que creo necesarias para poner los límites en los que voy a explayar mis pensamientos, o más bien compartirlos, exponerlos tal vez para encontrar impensados aliados, en mi utopía contra estos molinos de viento. Quiero darle un marco de referencia a los hábitos culturales que mencioné y aclarar que cuando me refiero a cambiar la cultura, sostengo que si modificamos aquellos hábitos, estamos modificando esta cultura. Entonces, para empezar a darle forma al contexto en el que pretendo centrar mi punto de vista, debo decir que voy a tomar los últimos treinta años como espacio de tiempo a observar. Por varias razones, pero la principal es mi propia vivencia. Por lo tanto voy a hablar desde una perspectiva enteramente subjetiva y parcializada por mi personal opinión. Para contextualizar aún más: cuando hable de sociedad, de comunidad, me estaré refiriendo a los límites geográficos que anteriormente he declarado habitar y transitar ( barrios de la ciudad de buenos aires, y algunas localidades de la provincia de buenos aires ); cuando mencione a la dirigencia ( política, gremial, empresaria, deportiva, etc. ) estaré hablando de quienes han transitado ( algunos todavía lo siguen haciendo ) por la vida pública de estos últimos 30 años. Más allá de la visión o percepción que uno pueda tener del país general. La Argentina del 2002 está ante una situación límite, de la cual puede emerger como una Nación, o seguir siendo una pieza de cambio en el juego de ajedrez de los grandes grupos económicos que globalizaron el planeta para seguir ejerciendo el poder. La diferencia está en la voluntad puesta en juego en cada circunstancia. ¿Cómo hemos llegado hasta esta realidad? Retrocedo en el tiempo. Año 1972. Yo estudio teatro en Paraná y Viamonte, centro de la ciudad de buenos aires. Tengo 19 años. A los trece años, en el aula de primer año del ENET N* 32 de Chacarita escuchaba por radio el desenlace de la lucha entre militares azules y colorados. En el año 1969, el Cordobazo me sorprende en el colegio industrial especializado en química, de Lavalle y Salguero, creo que se llamaba "Piñeyro". Este hecho me conmovió, pero no logró decidirme a participar activamente en política. Termino el secundario el 1971, en el colegio nacional J.A. Roca del barrio de Belgrano. Algunos compañeros militaban en la UES. Empiezo a interesarme por la política y la militancia. Era la época del Perón Vuelve. Del Luche y Vuelve. De las pintadas de la "V" sosteniendo la "P". Década dolorosamente gloriosa. Precisamente de esta época puedo mencionar algunos rasgos culturales de mi generación: la visceral necesidad de participar en política, de discutir de política, de hacer política, ponerse de novio con otro/a militante, creer fervorosamente en una patria socialista, en una argentina más justa, solidaria, libre y profundamente latinoamericana, sentíamos de verdad como hermanos a nuestros vecinos uruguayos, chilenos, mejicanos, venezolanos;Cuba era una especie de ideal, no a copiar, sí a emular. El futuro que soñábamos y comenzamos a construir estaba a la vuelta de la esquina, y el resto de la sociedad, no miraba con desagrado ese futuro que proyectábamos e irradiábamos en cada lugar de pertenencia. Esto era palpable. También es un hecho cultural. Año 1972. Acá viene un primer ensayo de la dictadura gobernante contra la causa nacional y popular. 22 de agosto, la masacre de trelew. La sociedad no se traga la mentira pergeñada por la dictadura y algunos medios, de que fué un intento de fuga. Este es otro hecho cultural. Para la sociedad fué una masacre. Otro hecho cultural significativo es el nivel multitudinario de adhesión que la lucha popular generó en la sociedad. Logrando un consenso mayoritario pocas veces visto. Tanto fué así, que la presión de los militantes hizo que muchos dirigentes debieran ponerse al frente de luchas, que de otra forma hubieran dejado pasar ( un rasgo cultural de alguna dirigencia de entonces, que hoy es moneda corriente, digo, dejar pasar las luchas y ocuparse sólo de sus cargos ). La necesidad de participar, es uno de los rasgos culturales más significativos, la solidaridad como herramienta y motor, el compartir los conocimientos ( en realidad, lo llamábamos socializar ), el tratar de que todas las personas conocidas se acercaran a militar, generar reuniones ( peñas, mateadas, charlas, proyecciones, etc.) como excusa para hablar de política y ensanchar la base de militancia. Las unidades básicas estaban siempre pobladas de gente dispuesta a colaborar en lo que pudieran. Podíamos entrar en la casa de cualquier vecino a charlar de política, con la simple clave de decir: venimos de la unidad básica para....y ahí nomás se preparaban unos mates y a hablar de política. Otro rasgo cultural. Eramos del barrio. Eramos de la unidad básica. Eramos compañeros. Todos queríamos a Perón de vuelta. Todos éramos peronistas. Hasta los que nunca lo habían sido. Había un hecho convocante en el cual todos convergían. Cada quien con sus propios intereses como se vería más adelante. Pero lo que quiero remarcar como elemento distintivo, aglutinante y necesario, es : UN HECHO CONVOCANTE QUE ENCOLUMNO A LA SOCIEDAD DETRAS DE UN OBJETIVO COMUN con todas las implicancias culturales que trajo aparejadas en el desarrollo de una estretegia, y las diferentes tácticas para llevarla a cabo. Este era un contexto cultural determinante claro e identificable. Pero no todo giraba en torno de la vuelta del general. Cada barrio tenía su particularidad, sus necesidades, y en torno a ellas se organizaban y se daban sus propias pautas, que luego se insertaban en un contexto más amplio. Lo mismo pasaba en los lugares de trabajo o de estudio. Se estaba construyendo una estrategia de poder desde cada lugar. Una nueva cultura está en marcha. Los medios de comunicación, tienen sus propios intereses. Por lo tanto no eran confiables en cuanto a la veracidad de la información que difundían. Pero los militantes tenían sus propias fuentes de información y circulación de las mismas. Es otro hecho cultural. La construcción de herramientas alternativas a las que el sistema de poder elabora para su propia subsistencia. Creo estar transmitiendo ( desde mi declarada subjetividad ) lo que se vivía por aquellos años. Era un contexto socio-cultural determinado y ampliamente reconocible por quienes compartieran o no la alegría del futuro cercano y posible que estábamos intentando construir cada día. El punto culminante de ese desarrollo socio-político-cultural fué la asunción del gobierno popular en Mayo del `73. Allí quedó manifestado el más claro consenso mayoritario que la sociedad pudo lograr. Y que hasta ahora no ha podido igualar. Pero la cultura, que es construida por los pueblos, no es estática, es un hecho vivo, como los hombres y mujeres que la generan, al igual que los sistemas políticos, son dinámicos. Desde siempre los sistemas políticos dictan las reglas de juego de acuerdo a los intereses y conveniencias de los grupos de poder que diseñan e instrumentan dicho sistema, y necesariamente construyen el modelo cultural acorde a esos intereses. Ese modelo cultural cuando es representativo del conjunto social, se inserta naturalmente en el sistema. Cuando no lo es, el sistema lo impone con los medios que tiene a su disposición. Como pasó en la década de los setenta, que estábamos construyendo una cultura que colisionaba con las reglas de juego del sistema. Todo sistema político es producto de las relaciones de fuerza de los diferentes grupos que lo componen, y una vez estructurados los diferentes niveles de poder obtenidos por cada sector; los que han logrado una mayor cuota procurarán aumentar la misma a expensas de los otros, o por lo menos mantener la proporción conseguida. En tanto, los que han sido menos favorecidos tratarán de mejorar su posición en perjuicio de los demás. Básicamente se puede decir que este es el juego de la política. Volviendo a Mayo del `73. El modelo que se estaba construyendo venía a cambiar las reglas de juego. De hecho estaba transformando los hábitos culturales de la sociedad. El tema es que esa cultura no logró consolidarse. Por los propios movimientos que generó dentro del sistema y porque el hecho aglutinante que los había generado, desapareció. Paradójicamente, el objetivo logrado ( retorno de Perón ) fué el comienzo de la desintegración del multitudinario consenso construido hasta ese momento. Es que el sistema, toleró ( porque la relación de fuerzas objetivamente no lo favorecía ) pero sin aceptar nunca el rumbo que tomaban los acontecimientos, ya que venían a jaquear las mismas raíces de su existencia. Entonces puso en marcha diversos planes alternativos para modificar el curso de los hechos a su favor. Porque toda imposición tiene sus costos en términos políticos, y el sistema nunca quiere mostrar su verdadero rostro, asi la culpa la tienen siempre los instrumentadores que ellos eligen para sus diversos trabajos sucios. Precisamente lo que le faltó al campo popular para consolidar lo conseguido y avanzar en la obtención de mayor poder son planes alternativos y consecutivos al hecho aglutinante que construyó el enorme consenso, y un objetivo contenedor que asimile y resignifique los logros que se van obteniendo. Para que el conjunto lo visualice, pueda valorar los esfuerzos realizados y sostenerse en ese esfuerzo. La historia demuestra que el sistema logró su cometido. No quiero perderme en las palabras que me van llevando de la mano de la historia y los recuerdos. Entonces, podemos estar de acuerdo en que hay un sistema que se viene sosteniendo desde comienzos del 1900, y que fué construyendo un modelo cultural acorde a su propia visión de la realidad. Ese sistema está integrado por seres humanos que se agrupan y relacionan en función de sus gustos e intereses, que no siempre coinciden con los que pretende mantener el sistema de poder institucionalizado. Estos conflictos de intereses son los que motorizan los cambios sociales que luego estudiamos en los libros de historia. Pero estamos en 1973, en medio de los cambios que está produciendo una generación que nació y/o se crió entre los años 40 y 50, muchos de los cuales participaron del 17 de octubre que dió nacimiento al peronismo; y otra generación, que venimos a ser los hijos de la anterior. Una salvedad que no por obvia hay que pasar por alto, el 17 de octubre de 1945, y el advenimiento del peronismo, es un profundo cambio en el andamiaje socio-político-cultural de la Argentina. Que si bien no es el objeto de este trabajo, no se puede ignorar que la lucha sistema-peronismo atraviesa toda la historia de nuestro país desde el nacimiento de este movimiento que está signado a ser el gran protagonista de los cambios en la Argentina. Estamos en 1973, con un gobierno popular que trata de consolidar su poder y un sistema que trata de impedirlo. En medio de esa pugna crecen las organizaciones populares y amplían las bases de apoyo en escuelas, lugares de trabajo, universidades, y en todo lugar que haya una reinvindicación por conseguir, la militancia por la causa popular crece, junto con el desarrollo de la cultura que estos hechos traen aparejados. Todo lugar es bueno para construir el proyecto nacional. Confianza en las propias fuerzas, espacios de discusión y debate, cuestionamiento a los valores del sistema y a los representantes del sistema, creación de diferentes canales de expresión artística, revalorización y reivindicación de figuras que fueron perseguidas por ser peronistas. La solidaridad, la participación, el compromiso, la reivindicación de los compañeros caídos en la larga lucha de la resistencia. El reconocimiento y la liberación de los compañeros que estaban en las cárceles de la dictadura. Reconocimiento hecho no sólo por los compañeros de lucha y militancia, sino por grandes franjas de la sociedad que no asistía a las movilizaciones pero acompañaba desde una solidaridad menos fervorosa o pasional, pero que se expresaba al paso de las columnas populares por los diferentes barrios. Estos son hechos culturales palpables. Perón está en el país. Con esto varios sectores que participaron de ese gran consenso logrado ( en especial la dirigencia que acompañó la lucha por presión de la militancia y no por convicción ) dieron por terminada la resistencia, la lucha y la construcción del proyecto de liberación nacional. Esta dirigencia, quedó automáticamente del lado del sistema ( convengamos que en ese lugar se sienten más cómodos ) y la relación de fuerzas comenzó a variar de manera lenta al comienzo, en favor del no-cambio. El sistema socio-político-cultural vigente comienza a inclinar la balanza a su favor. Como inevitable consecuencia se va debilitando la consistencia del amplio frente del campo nacional y popular. El contexto que enmarca esta realidad está dada por un nuevo acto eleccionario, previa renuncia acordada del compañero Cámpora, y la elección de la fórmula presidencial Perón-Isabel ( primer paso de los varios que componen el retroceso y posterior derrota del campo nacional y popular ), el sistema se fortalece y el campo popular se debilita, al dividirse en torno a la figura que los había aglutinado. Este es otro dato cultural significativo. La certeza que una persona ( un salvador ) con su solo carisma, capacidad, voluntad e inventiva sin par nos habrá de sacar siempre las castañas del fuego. Para colmo este líder llega en el ocaso de su vida y de su lucidez. Es tema para otra investigación, si vino para ser presidente o para conducir desde afuera, si fué obligado o manejado por su entorno. Lo real es que su accionar fué uno al conducir al conjunto desde el exilio, cuando la juventud que estaba poniendo sueños y sangre, era maravillosa; y otro diferente desde el país, cuando esa misma juventud se transformó en estúpidos imberbes. Esto de manera indudable produjo una profunda división en la amplia base de apoyo que había construido con su generosa lucha, el campo nacional y popular. Estas ostensibles diferencias fueron restando el apoyo de esa amplia franja social que acompañaba desde sus casas el rumbo que tomaba la lucha popular por la liberación nacional. Empezaba el inevitable retroceso que llevaría a la derrota de esa nueva cultura que se estaba gestando codo a codo en la sociedad. El sistema triunfa nuevamente. Se afianza la dirigencia de siempre, como síntesis de lo peor que el movimiento pudo generar. La militancia queda fracturada entre aquellos que responden a la dirigencia, la estructura del partido, o sea al sistema; y aquellos que seguían y seguimos viendo a Evita como bandera de lucha revolucionaria, militantes populares de las diferentes agrupaciones que la juventud supo construir como herramientas para la construcción del proyecto nacional y popular. Pero además estaba la cúpula de Montoneros, que en su afán de reemplazar a Perón en la conducción del conjunto, favorecieron la división. El recrudecimiento del fratricidio que daría comienzo abiertamente con la muerte del General, asi la triple A y los servicios por un lado y Montoneros y las otras organizaciones armadas por el otro se lanzaron a una locura de muerte, que terminó de alejar el apoyo de quienes no eran militantes, y acompañaron con simpatía, hasta entonces, el desarrollo de la lucha. La amplia mayoría de la militancia que no estaba comprometida con la lucha armada quedó expuesta a la inusitada violencia que se desató contra todo lo que pudiera ser identificado con nacional y popular. El peronismo empezaba a desangrarse. La dirigencia política escribiría en imborables letras el llamado que abriría las puertas a la más sangrienta y cobarde dictadura de la cual tengamos memoria ( y ojalá nunca perdamos esta memoria ), lo hicieron con una frase que merecería pintarse en la frente de cada uno de los que fueron ocupando lugares de conducción desde entonces, y que es: NO TENEMOS SOLUCIONES PARA DAR Asi la dirigencia política se lavó las manos, en lo que luego se vería, fué la sangre del pueblo argentino, en cada uno de los militantes torturados, muertos y desaparecidos. La única manera de frenar el sueño que se estaba construyendo, fué asesinar a los soñadores. Se produjo el exterminio de una generación, para preservar el sistema e imponer el plan socio-económico-cultural que los grandes grupos de poder aún sostienen. Lo que para mi queda claro, es que de otra manera no hubieran podido implementarlo. Para eso se inventó la teoría de los dos demonios, pero si no era esa hubieran inventado cualquier otra para justificar lo que debían hacer de forma inevitable, esto es, aniquilar a la generación que estaba empezando a cambiar la realidad desde los hechos cotidianos, en la instrumentación de las propuestas nacidas de la protesta, con el consenso de una sociedad que estaba empezando a acompañar el desarrollo de la lucha por la liberación nacional. Creo que el sistema, en el plano de las ideas y en el terreno concreto de la construcción de esa nueva sociedad, desde los diferentes hechos culturales que fué capaz de generar esa generación, estaba perdiendo una batalla importante, y no lo iba a permitir graciosamente. Ningún sistema se suicida. Por eso se defendió de la forma en que lo hizo y con los socios y aliados que siempre fueron funcionales a sus instrumentaciones. La sangrienta dictadura vino a poner las cosas en su lugar y a dar un mensaje a toda la sociedad, en nombre del sistema: queremos que la sociedad siga siendo como es, y esto ( secuestros, violaciones, tortura, desapariciones, muerte de hombres mujeres y recién nacidos ) le espera a todos los que pretendan una cosa diferente, nosotros fijamos las reglas de juego y asi las defendemos. Todos tomamos nota del mensaje. La sociedad respondió como era de esperar. El miedo tiene sus propias razones. El sistema triunfó. Cuando ya le era insostenible, dejó ir a la dictadura. No sin antes obtenerles garantías de los dirigentes democráticos para los asesinos uniformados ( Leyes de obediencia debida, Punto final e indultos ) que son un insulto a la lucha y a la memoria de todos los compañeros caídos en la lucha por la causa nacional y popular. La democracia obtenida, tiene un límite claro y preciso: respetar las reglas de juego del sistema y dentro de él está contenido el modelo socio-político-cultural. Esta es la dirigencia que nos gobierna desde entonces y que nació ( como cada uno de nosotros ) dentro de este modelo que ellos ( esta dirigencia ) no cuestiona ni pretende modificar, porque es dentro del cual lucran con las necesidades del pueblo, y prosperan a expensas de la postergación, el hambre y la muerte de ese mismo pueblo, que paradójicamente los vota puntualmente en las diferentes elecciones desde 1983 a la fecha. El retroceso desde lo socio-cultural es profundo, amplio, evidente y doloroso. Profundo, porque ha llegado hasta límites que nos sitúan en los albores del siglo XX, sobre todo en lo que tiene que ver con lo laboral, leyes y conquistas sociales; amplio, porque salvo los que siempre gozaron de los privilegios y prebendas del sistema, está afectando a todos los segmentos de la sociedad; evidente, porque ha dejado a la vista las mismas raíces de la dependencia que en 1973 estábamos empeñados en desarticular desde el proyecto de liberación nacional; y doloroso, porque hemos perdido treinta años y a una generación de argentinos, que lo que pretendían era precisamente que esto no sucediera. No todo está perdido, porque el pueblo siempre encuentra canales y herramientas para volver a empezar el duro camino del proyecto nacional. Pero sí, es mucho lo que se ha perdido. La pertenencia a lo que históricamente representa el peronismo en nuestra historia de la lucha popular, el sistema ha logrado hacer del partido una institución dócil y funcional al sistema de esta democracia. Resta saber qué es lo que pasa en la conciencia de cada uno de los peronistas que en los `70 nos embarcamos en la lucha por la liberación nacional, y de los nuevos peronistas que han nacido durante esa etapa histórica y que sólo han vivido y conocido el justicialismo del `83 a la fecha, que tiene casi nada de la historia del peronismo. Si bien se están construyendo nuevas herramientas, siento que hay un puente que está quebrado. Es el que unía a la militancia con el vecino desde las unidades básicas, y que mate de por medio, intercambiaban vivencias y experiencias que hacían de la protesta una propuesta, y de cada reinvindicación una bandera que se sumaba en la construcción del proyecto nacional. Existe un divorcio ( tal vez momentáneo, seguramente ) entre la militancia y quienes ( para usar la misma figura que usé más arriba ) veían pasar con simpatía las columnas de las movilizaciones desde las ventanas y balcones de sus casas y asentían con gestos de apoyo. Este es el puente que hay que reconstruir para ampliar el consenso de apoyo al nuevo proyecto nacional y popular. Creo que la dirigencia que tenemos, es el producto del modelo socio-cultural vigente y que se apoya en las ruinas que dejó la dictadura a su paso, con todas las secuelas y consecuencias de ese paso, en cada uno de los hábitos culturales que hemos adquirido desde 1983 a la fecha y que podrían sintetizarse: "como hábitos culturales que tienden a que nos adaptemos al sistema que nos aniquila y pretendamos no ver que nos aniquila, cómo lo hace, ni por qué lo hace, porque total siempre ha sido así, es imposible cambiarlo y además no lo vamos a cambiar nosotros, lo que hace falta es que se vayan todos, que venga un....( salvador )... para que termine con esto que ya no se soporta más..." El contenido esencial que encierra ese razonamiento responde a un modelo cultural que el sistema está interesado en que se mantenga, para que nada cambie. Este es el núcleo que en los `70 pretendimos cambiar para instalar un nuevo modelo cultural que estaba basado en el proyecto de liberación nacional y popular. Yo sostengo que si desde cada uno de los que queremos hacer posible ese proyecto de liberación nacional pendiente, logramos desarticular dentro nuestro esos hábitos culturales que pretenden que nos adaptemos al sistema sin cuestionarlo y sin ver que es precisamente este sistema la causa de nuestros males, si cada uno logramos hacerlo desde nuestra propia conciencia y expresarlo en actos y actitudes concretas sobre nuestra propia realidad, estaremos dando los primeros pasos para la modificación de este modelo cultural, y sólo de esa manera podremos modificar las reglas de juego. Porque si no modificamos las reglas de juego, no modificamos nada. Este es el cambio cultural que pretendo y propongo, teniendo plena conciencia que no es tarea de una persona sola. Sino desde cada persona integrada a un proyecto nacional y popular. Daniel Mojica Julio-2002

UN OBISPO EXTRAÑA LA DICTADURA

ACERCA DE LA MEMORIA, LAS PIEDRAS Y LOS RIOS Días extraños vive Buenos Aires. Encrucijada entre un pasado irresuelto y un futuro no del todo insinuado. Mientras el presente tiene la clave del acertijo. Una ecuación que al clarificar el pasado transparenta el futuro en una relación directamente proporcional. Que contiene a su vez la relación inversa. Sumergidos en esta realidad conviven diversos personajes. Algunos pretenden un pasado verde oscuro, sombrío y silencioso. Proyectando su consiguiente futuro al tono. Con un presente quieto y temeroso. Proponen exaltadamente volver a hacer lo que negaron haber hecho. Consoladores y confidentes de hienas deprimidas a la vuelta de la sucia faena. Siempre del lado opuesto de quien dicen ser la voz. Confesores de lo inconfesable. Llevan sus ropas manchadas de sangre joven y silencio. Aún así se suben al púlpito y pontifican. Como si sus palabras valieran algo. O como si supieran que una parte de la sociedad permanece callada, quieta y obediente. Acostumbrada a ver pasar dioses y demonios, sin pestañar. Adormecida. O desencantada. O desilusionada. O confundida. Pero silenciosa. Así como permaneció la purpurada corporación mientras tantos prójimos eran llevados al suplicio por causa de sus ideas. Una voz propone desde la impunidad de su ropaje, volver a siniestras prácticas. Mayoritariamente condenadas por quienes sostienen la verdad y la justicia como valores y la memoria como antídoto. Corporativo fue el silencio que acompañó una vez más, al monje inquisidor. Más algún que otro cómplice apañamiento. Ante un nuevo aniversario del planificado exterminio de la generación a la que pertenezco y reivindico como lúcida, luchadora y libertaria, estamos más cerca de la memoria. Para la justicia falta todavía. Pero la verdad se va instalando por su propio peso. Tal vez por eso los criadores de lobos se alborotan y proponen en público lo que hasta ayer negaron. A pesar de todo, imagino un futuro con más memoria y menos piedras a los ríos. Daniel Mojica

viernes, agosto 04, 2006

APUNTES DESDE EL PERONISMO

( Escrito en la primavera del 2000 ) Reflexionando acerca del rol del peronismo en esta actual coyuntura política, me pasó que terminé pensando también, sobre mi propia existencia. Es que el peronismo, no es una ideología abstracta, sino una forma de vida. Un sentimiento que por décadas ha identificado a muchas personas, y, en determinadas etapas de la historia nacional, a la gran mayoría del pueblo. Pero, ¿qué es lo que sucedió en los últimos veinte años, que el otrora multitudinario movimiento fuera enflaqueciendo año tras año? No puede aducirse una sola causa, pero sin duda un significativo lugar lo ocupa el vaciamiento de contenido llevado acabo concienzudamente por la sucesión de dirigentes que han conducido al partido ( dejando en el olvido el carácter movimientista histórico ), y la total ausencia de una mística revolucionaria, razón de ser del peronismo. Llegando al extremo, que en los últimos diez años, ser peronista no era vivido con orgullo, sino todo lo contrario. Viendo el triste estado en que fueron dejadas las viejas ( y no por eso fuera de actualidad ) y entrañables banderas peronistas, que tanta sangre costaron a lo largo de la historia de lucha de los trabajadores en la Argentina; y que terminaron siendo víctimas también de una infame traición. Tal y como lo anunciara la compañera Evita ha sido perpetrada no por los "gorilas" sino por dirigentes que se llaman peronistas, y que obraron como un verdadero caballo de Troya. Logrando, casi, el objetivo buscado por el sistema desde el `55, destruir al peronismo, y lo que representa. Lo que sí han logrado es una pérdida de credibilidad alarmante, y el debilitamiento de cada una de las estructuras que comunicaban al pueblo con el peronismo, identificándolas mutuamente, y que constituyeron la base histórica del movimiento. De allí, es de donde se nutren y oxigenan los movimientos revolucionarios, y el peronismo no puede ser otra cosa, pues nació para transformar la Nación. Es su certificado de nacimiento y su mandato histórico. Si se quiere también, su karma universal. Hoy, al descreimiento generalizado en la política, se suma la particular desconfianza en la dirigencia del peronismo. Ella misma se lo buscó, al privilegiar en su gran mayoría los intereses personales, por encima del interés popular. Pero como las comunidades no se suicidan, estamos ante una oportunidad inmejorable para recuperar el perfil propio y ubicarnos en el rol histórico que nos corresponde como peronistas, y nunca debimos dejar de lado. Se viene una nueva instancia política, la del ejemplo ético, la transparencia, y la lucha contra la corrupción. Como en cada etapa de la lucha popular, el peronismo debe estar al frente de la misma. Para eso debemos reconciliarnos en la práctica, esto es en la lucha cotidiana, con cada una de nuestras banderas de siempre, y las que el pueblo en su lucha va levantando. De esta manera, a la vez que instalamos una nueva conducción ante el pueblo, recuperaremos su confianza, principal capital político del peronismo. Pero esta lucha, no es sólo política, es ante todo cultural. Y aquí también el peronismo debe ocupar su lugar protagónico, es decir, recuperarlo. El peronismo debe recuperar cada uno de los espacios que perdió durante la última dictadura, además de los que dilapidó la dirigencia en los últimos diez años, cuando eligió alejarse del trabajador, razón de ser de su propio orígen. Entonces, la recuperación es también de sentimientos. Si hablamos de dictadura, y de recuperar sentimientos ¿quién puede negarnos el querer reivindicar a todos los peronistas que cayeron desde el `55 a la fecha? ¿Cuándo un peronista se olvidó de un compañero caído en su lucha contra la dictadura de turno? En tal caso ¿tenemos que pedir permiso para hacer nuestro a cada compañero masacrado desde el `76 en adelante? ¿Desde cuando? ¿O vamos a negar también que en su gran mayoría son peronistas? Quizás alguno haya elegido un camino diferente, pero jamás debemos permitir que los metan del mismo lado que Videla, Massera y companía. Por respeto a la memoria de los compañeros, a su lucha y a la nuestra. Precisamente ahí, empezamos a perder coherencia. Desde el `83 en adelante, la dirigencia de la democracia se olvidó de la lucha que la hizo posible, y de cada uno de los compañeros que cayeron en ella. Pero esto es parte de otro debate y análisis impostergable. Ahora, si pienso en el rol que el peronismo debe tener en esta etapa, sólo se me ocurre verlo como a través de su mejor historia, junto a los desposeídos y despojados de la patria. Así, lo primero será recuperar la identidad, cosa imposible de realizar si no recojemos las banderas que nos dejamos arrebatar: Justicia social, Soberanía política e Independencia económica. Esto, no es volver al pasado, es pensar el futuro desde la libertad necesaria para que el pueblo, es decir, cada uno de nosotros, asumamos otra vez el protagonismo. Hay sectores que siempre han estado alertas, pero se advierte una gran dispersión de fuerzas, que el peronismo debe volver a aglutinar y conducir. Ardua tarea. Pero el 2000 ya llegó y nos encontró desunidos y dominados, por una globalización, que es la madre de todas las discriminaciones e injusticias. Por eso hay que recomponer las estructuras de base y llenarlas de pueblo, si no se acaba el peronismo. Hay que volver a la mística del "Luche y Vuelve", a la pasión transformadora de los `70. No temerle al debate, y a la discusión política e ideológica. No somos liberales, somos peronistas. El peronismo que siempre estuvo junto al pueblo, tuvo las mejores propuestas. Volvamos a ser protagonistas. Demos la pelea dentro del partido con una agrupación que tenga a la compañera Evita como símbolo, guía y ejemplo de lucha y convicción revolucionaria. Reconstruyamos el carácter movimientista, que se nutre de esa misma esencia. En definitiva, la lucha no ha cambiado, se trata de distribuir la riqueza ( que hay que volver a producir ) de manera más equitativa. En algún punto, estamos como antes del `45, pero no porque los peronistas somos nostálgicos, o porque vivimos en el pasado, sino porque arrasaron con todas las conquistas sociales conseguidas desde entonces. Yo me pregunto ¿qué mejor momento para refundar el movimiento, transformando al partido peronista en la herramienta que necesitamos para recuperar el poder. Atención, recuperar el poder, no sólo el gobierno, compañeros. En estos más de veinte años que pasaron desde la furia asesina de la dictadura contra lo nacional y popular, veo con dolor que desde la dirigencia del peronismo, no solamente no se reivindicó a los caídos como sangre propia, cosa que no es casual, sino que además los dirigentes que estuvieron al frente de la conducción, se preocuparon de hacer buena letra frente al poder de siempre, para ser confiables y así, permanecer. Es que, definitivamente, no se puede estar del lado del opresor y del oprimido al mismo tiempo. Cada uno elige. Y la gran mayoría de la clase dirigente eligió hacer sus propios negocios o propiciar y facilitar que los hicieran los grandes grupos económicos. Quedando de espaldas al pueblo. Entonces ¿cuál es hoy la tarea del peronismo? pues estrechar filas con sus bases históricas y reconstruir el campo nacional y popular, para concluir con la tarea de liberación iniciada en Mayo del `73. No podemos comprar los espejitos de colores que hoy vienen con la inscripción "el fin de la historia" o "la muerte de las ideologías", junto a la etiqueta que anuncia "Hecho en China". Es verdad que se disolvió la Unión Soviética y que cayó el muro de Berlín. Pero con el debido respeto que se merecen todos los pueblos ¿qué nos importa? ¿qué nos significa a nosotros? Si nunca nos miramos en otro espejo que que no fueran nuestras propias necesidades y prioridades nacionales. Que haya triunfado el modelo capitalista yanqui, no quiere decir que sea mejor, ni más humano. Quizás, tan sólo signifique que el socialismo derrotado dentro de sus propias fronteras, haya copiado las peores cosas de sus enemigos ideológicos, y terminaron alejándose de sus propias fuentes, o sea cada pueblo en particular. En definitiva el ideal de un país más justo, soberano, igualitario y solidario no puede jamás depender de otra cosa que no sean las aspiraciones y necesidades de las propias personas que lo habitan. Precisamente esto es lo que quieren cortar de raíz al pregonar el triunfo mundial de un capitalismo que no nos contiene ni representa. En todo caso nos expulsa hacia los márgenes de una indigna pelea por la supervivencia, para alejarnos de la real pelea por un modelo que contenga y represente a la gran mayoría del pueblo argentino. Este es nuestro verdadero lugar. Dar las necesarias respuestas cotidianas, pero sin perder de vista el armado de una verdadera estrategia de poder. Pero desde el pueblo y hacia el pueblo. Sucede que desde la instauración en el `83 de esta nueva etapa democrática, creo que arrastramos un complejo marcado a fuego por la sangrienta dictadura que le precedió. No hemos vuelto a hablar de lo nacional y popular. Se nos ha perdido la palabra revolución. Y casi hasta tenemos miedo de hablar de peronismo y peronistas. Se habla de justicialismo y justicialistas. Se dirá que que son sólo palabras, y quizás asi sea. Pero hay palabras que suenan más fuerte que otras, hay palabras que identifican más que otras. Y hay palabras que movilizan más que otras. Cuando el peronismo fué desobediente escribió sus mejores páginas. No nos dejemos domesticar. Dejemos aflorar la rebeldía innata y reconstruyamos nuestra propia mística. En medio de estos pensamientos, llego a la conclusión que no se puede ir hacia adelante sin apoyarse en algo, que con seguridad es la heroica historia del movimiento peronista. Pero mientras avanzo caigo en un inmenso pozo negro, la cobarde y asesina dictadura que desangró al país, dejando un estigma de miedo a todo lo que tenga sabor a nacional y popular. Un temor que recorre la sociedad a lo largo y a lo ancho de cada alma. En ese particular punto, ha sido un triunfo de la oscuridad y silencio impuesto desde Marzo del `76. La causa popular retrocedió de manera sustancial. Es que los complejos no se desarticulan con facilidad. Requieren mucho trabajo y un sólido ejercicio de la memoria. Memoria. Creo que es la clave del futuro desarrollo del peronismo contemporáneo. Sin memoria no hay identidad. Y sin identidad no podremos cumplir con el compromiso histórico de construir una patria libre, justa y soberana. Debemos rescatar la visión estratégica de Perón y el fervor revolucionario de Evita y junto al pueblo podremos construir la Argentina para todos que soñamos. Octubre del 2000 Costruyamos la alternativa peronista nacional y popular con Evita como bandera La catarata de sucesos acaecidos desde la fecha en que escribí estos "Apuntes..." hacen imprescindible unas líneas de actualización, que paradójicamente, a pesar de haberse profundizado de manera catastrófica los peores augurios que alguien pudiera suponer entonces, han dejado al campo nacional y popular, ante la sola alternativa de unificar sus esfuerzos, políticas, intereses y consignas; si es que en verdad quieren escribir un futuro victorioso para el pueblo argentino, desde este presente. Aquí las conducciones de los distintos sectores en que se ha fragmentado la lucha contra el hambre, le represión, la marginalidad, la pobreza, la muerte; y a favor de la verdad, la memoria, la justicia, la dignidad, el trabajo, la salud, la educación, la libertad están ante la encrucijada que habrá de decidir si en realidad están junto al pueblo, o si sólo pretenden que su propio nucleamiento ( y ellos como los conductores/dirigentes del mismo ) obtenga el liderazgo del conjunto ante los ojos del sistema que pretenden combatir, y sentirse legitimados por las cámaras y micrófonos que siguen en las mismas manos, todavía. En realidad, esta es la primera batalla del campo nacional y popular, y si no la gana frente al propio egoismo y afán de protagonismo que ha obnubilado a demasiadas mentes que sólo pretenden ser el "número uno" ( subgénero de la subcultura menemista ) digo, si no la gana, la propia identidad que hay que reconstruir, se habrá ido al mismísimo.......anillaco. El vendaval iniciado en 1989 ha expulsado al peronismo del partido justicialista. Entonces, hay que unir al pueblo peronista desde una clara actitud militante y consecuente con la historia del movimiento. Movimiento que tiene su raiz en los trabajadores, y que como en todas las dictaduras, durante la década en que algunos vivieron en el primer mundo, los trabajadores volvieron a ser las primeras víctimas de un modelo que no sólo les quitó la dignidad del trabajo, sino el orgullo de ser peronista a aquellos trabajadores que lo eran. Porque hay trabajadores que no son peronistas, pero en la lucha por los derechos cercenados están codo a codo unos y otros. Entonces, los que somos peronistas, tenemos una lucha paralela, que es recuperar el partido para que vuelva a ser una herramienta del campo nacional y popular, o si no, dejémosle el partido justicialista ya que ellos lo prefieren, y como lo han dejado como una cáscara vacía, llena de dirigentes que se aplauden entre ellos. Nosotros fundemos el partido evita peronista, llenándolo de contenido, renunciando a los honores pero no a la lucha. Y si no nos dejan usar la palabra peronista, que el partido se llame evita compañera. Seamos peronistas en los hechos, recuperemos ese orgullo, esa mística revolucionaria, y completemos la tarea de liberación que iniciamos en 1973. Hoy hay nuevos referentes que aparecen conduciendo las luchas, apoyemos a cada uno de ellos en tanto sean consecuentes en el camino hacia la construcción de un gobierno nacional y popular. Elaboremos una estrategia de poder desde cada una de las herramientas que los diferentes sectores populares crean para su autodefensa. Hay que articular los distintos reclamos en una clara y transparente política que sume pueblo, sin importar el color de la coyuntural bandera que se levante. El campo nacional y popular se está debiendo a sí mismo una actitud integradora de las múltiples y variadas propuestas que surgen de la lucha cotidiana. No podemos seguir peleándonos por insignificancias, que desde el extremo ideologismo le hacen el juego al sistema, que nos quiere desunidos. Si el poder no nos discrimina para reprimirnos, ¿por qué nos discriminamos nosotros mismos en aras de que quede demostrado quienes son más combativos, revolucionarios, o antisistema? El principismo o purismo ideológico nos aleja del pueblo y por ende del objetivo que el campo nacional y popular debería tener, que es construir una alternativa de poder, para reemplazar este sistema, que si bien se cae a pedazos, puede tardar décadas en desmoronarse. Sucede, que en medio de las crisis más revulsivas ( recordar la década del `70 ) el sistema siempre encuentra mecanismos para recomponerse y sobrevivir. Entonces, aunemos fuerzas, sigamos codo a codo, plasmemos la unidad dejando de lado egoismos y sectarismos, que en definitiva son rémoras del sistema que queremos remover, si queremos construir algo distinto, comencemos por ser distintos. Enero/2002 BREVES LINEAS A LOS COMPAÑEROS KIRCHNER-SCIOLI Compañeros, tengo la certeza que ustedes conducirán a la Argentina, a partir de Mayo del 2003. Desde mi anónimo lugar de ciudadano y peronista les pido con humildad que construyan una Nación, de la que volvamos a sentirnos orgullosos; y que en los momentos cruciales ( que habrá muchos ) y ante las presiones del establishment ( que serán innumerables ) convoquen al pueblo en su apoyo, que es la única garantía de continuidad para un gobierno que aspire a ser popular. No se encierren en sus despachos, no pierdan en contacto con la realidad, no le teman al pueblo movilizado, que ahí está el reaseguro para tomar los resortes del poder y ponerlos al servicio de la Nación. No pierdan el contacto con el pueblo, porque si no habremos perdido una histórica oportunidad. Un abrazo militante, desde el que me pongo a su entera disposición para lo que sea en aras de trabajar por una Argentina justa, libre y soberana. Daniel Mojica 24-04-03

CRONICA DE UNA PLAZA

25 de mayo de 2006. Es un día peronista, hubiera dicho mi abuela Paula, de estar viva. Por el sol. Por la alegría. Por la esperanza. Los que gritamos imborrables consignas en la gloriosa y dolorosa década del setenta, no podemos dejar de comparar. Yo no puedo. Hoy concurrí solo. Llegué temprano. A eso de las 10,30 horas previos viaje en colectivo y subte. Antes… Ayer, me juntaba con los compañeros de la JP en la UB del barrio, o con los cumpas de la JTP de actores. Preparábamos las banderas, las pancartas, las consignas. Entre mate y mate, compañeras y compañeros teníamos plena conciencia de estar cambiando la historia. Había una alegría, una pasión… Hoy la alegría es la misma. Falta la pasión. Al llegar a la estación 9 de julio del subte tenemos que bajar. Allí termina el recorrido hoy. Al pisar Diagonal norte ya se respira el clima de un día peronista. No se puede explicar. Es algo diferente en el aire. Tengo una conmoción en el pecho. Me ganan las imágenes y los recuerdos. Me veo protegiendo la columna, entrelazando mis brazos con el flaco Ernesto y con Eduardo. El tano, camina al costado por afuera, atento a todos los movimientos. Imposible no mover los pies y las caderas al ritmo de los bombos que los compañeros hacen sonar. Vuelvo. Caminan varios grupos familiares por Diagonal hacia la plaza. Madres con sus hijos en brazos o empujando cochecitos. Todos llevan algo celeste y blanco. Una banderita, una escarapela, una bufanda. Algunos grupos bajaron de micros que se identifican con las siglas de alguna agrupación y/o provincia. Por las calles laterales también avanzan grupos con sus identificaciones; y familias sin ninguna. Cuando llego a la esquina de Diagonal norte y Rivadavia una catarata de recuerdos me toman por asalto. Aquel primero de mayo se subió a mi alma. El día que las columnas de las agrupaciones de la juventud se dieron vuelta de manera espontánea. Como si nos hubiéramos puesto de acuerdo con anterioridad. Se vació media plaza, también mi corazón, con ese injusto y arbitrario insulto recibido. Confieso que me propuse escribir la crónica de este 25 de mayo, pero me encontré con una plaza que me exige recordar, y como reivindico la memoria, me dejo llevar por ella. Veo esperanza y alegría en la gente que va colmando desde todos los rincones posibles esta histórica plaza. Se oyen bombos, murmullos, cantos. No hay esa algarabía apasionada de hace 33 años. Hoy los que tienen entre 20 y 40 se educaron en otro contexto. Vivieron otra Argentina. Se criaron bajo el justicialismo de la infame década del 90. El mismo que quiso asesinar el peronismo, integrándolo al sistema. Ignorando una frase de Evita que marcó a fuego a nuestra generación, la generación de nuestros treinta mil. Aquella frase que sentencia “…el peronismo será revolucionario o no será nada…” Ellos quisieron que fuera nada. Por eso, cuando nuestro presidente el día de su asunción dijo que las Madres de plaza de mayo son nuestras madres, reafirmé mi voto hacia él. Entonces hoy al verlo junto a las Madres y las Abuelas traer de la mano a nuestros treinta mil compañeros, además del temblor, sentí “estoy donde tengo que estar” y los recuerdos que me acompañan, son los cumpas que saltan conmigo, felices de haber vuelto a esta plaza, más nuestra que nunca. Y me tironean el hombro, me soplan en la oreja y ríen dichosos porque recuperamos la alegría y la esperanza. Sólo falta la pasión. Y tenemos que encenderla. Cada compañera y cada compañero tiene que sembrar la pasión a su alrededor. Porque el cambio es posible, ya empezó, y depende de nosotros sostenerlo, hacerlo más profundo y tener siempre, como en los gloriosos setenta, una propuesta superadora. Vine solo. Pero me voy con el flaco Ernesto, con Eduardo, con el tano Mario y el rostro de tantos otros que no supe el nombre. No importa. Son treinta mil recuerdos. Treinta mil “¡Presente, compañero!” que se quedan cuidando nuestra plaza. La plaza de Evita, de las Abuelas y las Madres. La plaza de los que dieron su sangre y nos dejaron un legado LA SANGRE DERRAMADA NO SERA NEGOCIADA.